Uno de los que
estaban a mi derecha se acercó, pero volví a disparar para que se alejara, el
disparó no le impactó, dio en el suelo cerca de eso.
Seguí corriendo
hasta que volteé en la esquina para quedar en frente del hotel, y por suerte
ahí estaba la camioneta; corrí hacia esta, retiré los seguros con el botón de
las llaves y entré lo más rápido que pude. Me encontraba con la respiración
agitada y con mi corazón latiendo fuertemente;
traté de recuperar el aliento y calmarme; miré por las ventanas para ubicar a
las criaturas, pero no alcancé a recuperar la respiración cuando uno de esos
monstruos calló en el capó de la camioneta y de inmediato clavó sus garras en
el parabrisas; tomé las llaves, encendí la camioneta, la coloqué en reversa y
arranqué a toda velocidad con la esperanza de que ese monstruo se cayera, y así
fue dando unas vueltas en el suelo, la miré por unos segundos viendo como
trataba de levantarse, así que puse la camioneta en marcha y aceleré hasta que
le pase por encima haciéndome brincar un poco en mi asiento; miré por el
retrovisor a los otros monstruos que se acercaban alrededor del que acababa de
atropellar, como si se sintieran mal por su camarada, pero ahora tenía que
alejarme de ese lugar, no podía quedarme a esperar una reacción de lo que sean
esas criaturas.
Tenía la vista
limitada por las garras que clavó esa cosa en el panorámico de la camioneta,
así que ir rápido tampoco era una opción… de todas formas ¿A dónde iría?
Con la velocidad
baja pude notar que habían más de esos monstruos por los tejados y algunas
calles del pueblo, deambulando como si buscaran comida o algo por ese estilo.
De repente noté que un grupo grande de criaturas (entre cinco y seis) comenzó a
moverse en la misma dirección, e incluso otras iban sumándose detrás de estas,
como si algo las llamara. Por un momento me sentí aliviado, pero después me dio
curiosidad ¿a dónde se dirigen todos estos monstruos?
Apagué las luces de
la camioneta y la puse en marcha, pero a baja velocidad, no quería llamar la
atención de esos monstruos.
Era extraño que esas
creaturas seguían una dirección en común, como si alguien las estuviera
llamando a un lugar; tenía una curiosidad ya que, pese a que solamente he visto
un par de veces a estos monstruos, mi instinto me decía que era un
comportamiento extraño.
Tuve que detenerme
para poder seguirlos, no porque no pudiera seguir con la camioneta, esto era
porque ya eran demasiados monstruos y movilizarme en la camioneta los alertaría.
La aparqué y me bajé
con mucho cuidado, obviamente iba con mi pistola en las manos, por si las cosas
se me salían de control, pero me sentía tan rodeado por esos monstruos y además
al dispararles solamente los alertaría y me convertiría en una presa fácil.
Iba oculto evitando que esos monstruos me vieran, pero por
alguna razón sentía que no me verían, ya que se notaban como hipnotizados por
algo o alguien, y quien quiera que sea lo que los tenía así, los estaba
llevando a la plaza central del pueblo.
Llegué a la esquina de una casa que tenia varias cajas de
madera afuera; si iba más allá llegaría a la plaza y sería visto por lo que sea
que estaba allá. La plaza, en forma redonda, estaba llena de antorchas que la
alumbraban, un grupo de encapotados formaban un circulo alrededor de una pequeña
tarima que estaba cubierta por un telar negro; atrás de todas estas personas se
estaban colocando los monstruos, pero estos no mostraban ninguna señal de hostilidad
como hace un momento.
Levanté la vista y en los techos habían más de estos
monstruos, mirando hacia el centro de la plaza, como si esperaran a lo que sea
que ocultaba el telar.
Tras unos minutos, de entre los monstruos, salió un hombre
encapotado con una capa negra, la oscuridad no permitía verle el rostro. Este
se subió a la tarima y empezó a hablar.
- Seguidores del Ojo y criaturas de las horas del diablo,
les tengo noticias, buenas noticias de parte mía y de otros seguidores.
Por alguna razón podía escuchar claramente lo que decía, no
sé si es que tenía instalados algunos parlantes, además la voz se me hacía
familiar, estaba seguro que era el tipo con el que hablé por celular.
- Esta tarde – continuó el sujeto – Acabamos con el citadino
invasor y destruimos ese albergue de enemigos del Ojo
La gente aplaudió y gritó de alegría por la noticia, también
los monstruos, pero con un gruñido tétrico.
- Ahora, para concluir daremos en ofrenda a esta mujer a las
criaturas de las horas del diablo para que nuestro pacto con el Ojo siga en pie.
El telón caía y dejaba ver a una mujer desnuda atada de
manos y pies, también tenía los ojos vendado y la boca amordazada. Mis ojos se
abrieron al identificar a la mujer ¡Era Elisa!