Antes solamente con historias de terror, ahora con contenidos para todo tipo de publico, para que pasen un buen rato leyendo entretenidas historias.
miércoles, 8 de julio de 2020
Cinco Historias Cortas (Terror)
miércoles, 13 de mayo de 2020
Viaje Gratis En Taxi
Era una noche como cualquiera; el viento resonaba por los arboles que se encontraban cerca a la calle y la única luz de un poste cercano, titilaba como si se fuera a apagar en cualquier momento.
Yo me encontraba esperando un transporte para ir a casa; pese a que no me encontraba lejos, no me atrevía a ir caminando hasta esta.
Ni un alma cerca, ninguno autobús, mucho menos un vehículo particular o de transporte; solamente quería que pasara lo que sea para poder irme a casa. No pasó mucho tiempo cuando se acercó un taxi hasta donde me encontraba, lo detuve y me subí al asiento de trasero. Parecía un taxi normal, tarjeton de precios, taxímetro en orden y sin basura y limpio; lo extraño era en conductor, no alcanzaba a verle la cara, pero veía sus manos huesudas con un tono de piel grisáceo y con las uñas de estas con un tono amarillento; podía ver que usaba un saco negro y una camisa blanca que se encontraban limpias, podía ver una cabeza con unos pocos cabellos que se denotaban débiles, blancos y lisos. "¿a dónde vamos?" me preguntó el conductor mientras me miraba con sus ojos negros y venosos reflejados por el retrovisor. estba por decirle a donde me dirigía cuando comenzó a moverse y soltó una corta risa con un tono un poco diabólico.
Sentía un escalofrío y me temblaban las piernas, como si algo horrible estuviera a punto de sucederme, no como un secuestro ni un robo, más bien como si este viaje no fuera a llegar a mi casa, a mi destino, ni siquiera a este mundo. Seguía el silencio sepulcral y por la ventanilla no podía distinguir nada, como si ademas de la oscuridad hubiera aparecido una densa neblina que no dejaba ver ni las luces de los vehículos cercanos, casi como si flotara.
De repente, pude distinguir una persona vestida de negro con rostro pálido que trató de acercarse al taxi; yo emití un pequeño grito de terror y me alejé de la venta; esto provocó que el taxista soltara otra risa macabra. "Siempre sucede la primera vez" se detuvo y fijó la mirada en mi a través del retrovisor; "claro que ¿cuantas primeras veces pueden haber?" dijo mientras sonreía; en ese momento me pareció que pude ver su macabra sonrisa, llena de unos dientes amarillentos, disparejos y, algunos, podridos. Me dieron ganas de bajarme del Taxi y salir corriendo, pero las piernas me temblaban tanto que no podía moverme, y si pudiera ¿a dónde correría? teniendo en cuenta que no tenia ni idea de donde estaba ¿estaría cerca de mi casa? no, habría reconocido algo, aún que sea las luces frontales de las casas aledañas que se mantienen prendidas hasta pasadas las cinco de la madrugada, pero no se veía nada, excepto, tal vez, personas vestidas de negro y con el rostro pálido que se acercaban de vez en cuando al vehículo.
Empecé a sentir que había pasado mucho tiempo y trataba de mantener la calma con todas mis fuerzas, pero mis piernas no paraban de temblar. De repente el taxista se detuvo y abrió la puerta del conductor y se bajó, cerrando de un portazo la puerta tras el. Podía escuchar las luces de parqueo y una voz en mi cabeza que repetía una y otra vez "Baja, rápido y corre lo más lejos que puedas" pero mis piernas seguían temblando de forma incontrolable; comencé a golpearlas con mis puños para que reaccionaran. "Por favor muévanse" repetía en mi menté de forma desesperada, cuando levanté la mirada y vi la silueta del taxista acercarse dejé de pensarlo y comencé a decirlo en voz alta.
"¡YA!" grité cuando mis piernas dejaron de temblar y me acerque a la puerta para salir. ¡NO!" grité al notar que las puertas estaban con seguro y esta no abría. De repente sonó un crack y el seguro de la puerta se había quitado, pero mi sensación de miedo aumentó cuando, tras ese sonido, se abrió la puerta del conductor; voltee a ver y vi el rostro casi calavérico del conductos, con su piel grisácea y con algunas mancha negras y velludas. Este se quedo mirándome a los ojos cuando reveló una sonrisa macabra y me dijo: "Lo siento, hay veces que cometemos errores ¿Podrías bajarte aquí? no te cobraré ni un centavo"; al decir esto abrí la puerta y me bajé tan precipitadamente que caí de rodillas en la acera; la puerta se cerró con un estrépito portazo tras de mi y el taxi aceleró y se alejó tan rápido que no tuve tiempo de levantar la mirada cuando este ya había desaparecido entre la oscuridad.
Mi respiración estaba acelerada y entre cortada; tardé unos segundos en recuperarme para subir la mirada, estaba en casa