lunes, 2 de noviembre de 2020

El Guerrero Más Poderoso


 

Castor era un humano con ambición de poder, pero no era ningún tonto, sabía cómo escalar rangos para convertirse en alguien cercano al rey.

Llegó al punto de convertirse en su consejero, así comenzó su ambición de dominar el continente de Forst. Usó su influencia para convencer al rey de las grandes riquezas que ocultaban los otros reinos aledaños, incluso le mencionó los bosques y la riqueza en tierras, cosa que le gustó a este rey, que no notaba que no era más que un títere de su consejero.

Esto nos lleva a los Elementors que se mantenían ocultos en los bosques en comunidades pequeñas, comunidades de no más de cien.

En una de estas comunidades vivía Massimo, un Elementor de susurros rojos y blancos, pero no era un Elementor cualquiera; el creía que los suyos no debían de mantenerse ocultos de los humanos, ya que ellos respetaban más a Tagterra, además de que sentía que eran mucho más poderosos que un humano normal, pero su mentor, un viejo Elementor lleno de sabiduría le decía:

- Lo que nos diferencia de los humanos es el respeto que le tenemos a Tagterra y a todos los seres que la habitan, eso nos hace dignos de los susurros y por eso no debemos mostrar nuestros poderes para sentirnos superiores a los otros seres, incluso si estos seres son los humanos.

El sabio creía que había bondad en los humanos, y que no se podía juzgar a todos por unos cuantos, además no estarían ocultos para siempre, algún día se mostrarían ante los humanos y cuando ese día llegara será por el bien de Tagterra.

Massimo no sentía que ese día llegaría, pero no iba a oponerse a las creencias del sabio de esta comunidad.

Un día llegó una mujer con heridas, la identificaron con una Elementor de una comunidad que también se ocultaba en ese bosque, ella no alcanzó a decir nada cuando se desmalló; el sabio pidió a los Elementors blancos más experimentados para que curaran sus heridas, entre esos se encontraba Massimo, quien además fue el ultimo en estar con la mujer curándola. Mientras Massimo terminaba de cerrar las últimas heridas, la chica reacciono diciendo "se acercan, se acercan y son muchos".

Massimo sintió un repentino brote de ira, algo le decía que se refería a los humanos, con sus armas y ambiciones de dominar todo. Iba a salir para descargar la ira en esos humanos, pero se encontró al sabio en la entrada, el le puso la mano en el hombro y, de alguna manera, esto calmó a Massimo.

- Massimo - Comenzó a decir el Sabio - Tú estas destinado a cosas grandes, no dejes que la ira sea el motor para estas cosas, recuerda que somos los seres dignos de Tagterra y tenemos que ser mejores que solamente desprender ira.

Massimo dejó de sentir la ira, el desconocía los poderes del sabio, pero siempre estuvo para proteger la villa y sus decisiones eran las mejores para la supervivencia.

Al día siguiente la villa comenzó a ser deshabitada, por ordenes del sabio, iban a retirarse a lo más profundo del bosque, de paso ir advirtiendo a las otras villas para que hicieran lo mismo, tenían que evitar el derramamiento de sangre por parte de ambos bandos.

Al Sabio le llegó una información por parte de un halcón, los humanos se dirigían a atacar otro reino humano, lo que querían era tomar el poder del continente de Forst, con tan mala suerte que la villa Elementor de la mujer estaba en su camino, además el halcón le dijo otra información que el sabio prefirió no compartir, pero Massimo notó que eso lo deprimió mucho.

La gente estaba de camino a lo más profundo del bosque guiados por Massimo y Eufiria, una Elementor de susurro amarillo que también era cercana al Sabio.

De repente el sabio se acerco a Massimo y Eufiria, les sonrió y les dijo "cuiden de todos hasta el final", después de eso Massimo no volvió a ver al sabio.

Decidieron acampar para que no se agotaran, a la comparsa ya se habían unido otras dos villas, así que por la cantidad de gente, Massimo, supuso que era normal el no ver al sabio. Pero esa noche, Eufiria se acercó a Massimo y le entregó un pergamino, cuando Massimo lo abrió las lagrimas comenzaron a salir de los ojos de Eufiria; Massimo no entendía porque, pero ella le insistió que lo leyera.


Queridos Massimo y Eufiria
Ustedes dos son lo suficientemente buenos para guiar a nuestra villa
lamento no poder estar para verlos crecer como Elementors
sé que están destinados para cosas grandes
pero mi momento ha llegado
los humanos mataron a todos los Elementors de la villa vecina
no quiero que pase con nuestra villa y las demás
fui a detenerlos el mayor tiempo posible y usar mis poderes para que sean desviados de nuestro destino
no creo que vaya a estar bien
mi mana será llevado a limites jamás 
cruzados
recuerden que siempre la bondad y el amor es lo que tiene que gobernar sobre la ira y la 
avaricia


Estas eran las ultimas palabras del sabio y Massimo comprendió de inmediato las lagrimas de Eufiria.

- La ira no es la forma, pero yo puedo pelear y detener a los humanos

- No Massimo, no puedes...

Eufiria se detuvo al ver las lagrimas de Massimo, estas no eran de ira ni odio, el iba a respetar el deseo del sabio, pero tenían que pelear y Massimo sentía que el peso de esa pelea tenia que caer en sus hombros, Eufiria sabia que el era de los pocos Elementor de susurro rojo, además, al verlo crecer, sabía que era el más poderoso.

- Massimo... yo voy con...

- No - la interrumpió Massimo - Tu eres una gran Elementor amarilla, así que puedes usar tus habilidades para guiarlos a todos por medio de las criaturas con las que puedes hablar, yo los detendré e incluso intentaré que se retiren. además, tu eres la mejor para tomar el lugar del sabio

Eufiria no le discutió y esa misma noche le consiguió un caballo a Massimo para que llegara rápido al lugar del sabio, con suerte el viejo estaría vivo.

Massimo llegó hasta la villa de ellos, pero dejó que el caballo se fuera y así entrar el solo.

Habían rastros de una batalla, pero no habían cuerpos ni sangre. Entonces Massimo escuchó unas voces en el centro de la villa, se trataba de un ejercito de humanos con tanta gente que Massimo jamás había visto. Estos estaban en circulo rodeando a un anciano ¡Era el sabio!

Este tenia múltiples heridas y se mantenía de pie con un pedazo de madera en el que se apoyaba.

De entré el circulo salió un humano con una armadura que lo cubría todo el cuerpo, una capa blanca y montando un caballo negro. Este hombre se bajó de su corcel y se acercó al anciano, se quitó el casco y encaró al anciano, Massimo no podía escuchar lo que hablaban, pero el Sabio dejó ver una sonrisa y, Massimo, por un momento, sintió que el anciano lo miró a los ojos, como rogándole que no usará la ira y el odio con sus habilidades.

De repente el humano saco su espada y de un solo sablazo le cortó la cabeza al sabio.

Massimo dejó salir un grito desesperado al no poder ayudar al anciano, sus ojos brillaron de color rojo y pegó un salgo cayendo en medio del circulo justo al lado de su mentor; los otros soldados humanos se apartaron al ver que este hombre salía de la nada.

- Otro brujo - decía el hombre que había cortado la cabeza del Sabio - este anciano era muy poderoso pero, como puedes ver, ninguno de mis soldados esta muerto ni herido, así que tu tampoco podrás hacer mucho.

Massimo no se levantaba y solamente se escuchaba sollozar.

- ¿Qué pasa? ¿Vas a morir sin hacer nada como el anciano?

Massimo se levanto dejando ver un brillo plateado en un ojo y uno rojo en el otro, brillos que no lograban ocultar las lagrimas que corrían por su rostro y caían al suelo. Esto asustó a los otros soldados, pero no al hombre que estaba en frente de Massimo, que seguía con su expresión pedante como si tuviera la victoria en sus manos.

- Mira, el anciano no quiso decirme su nombre para colocarlo en su tumba, así que a ti te daré la posibilidad de decirme tu nombre, primero yo, para que sepas el nombre del encargado de matarte cuando llegues al infierno - el hombre empuño su espada frente a Massimo - Soy Castor, consejero del reino de Memphys, líder del ejercito de este reino y conquistador de Forst.

Todos los soldados dejaron salir un grito, como si estas palabras los hubieran motivado para ganar las guerras que se venían, pero Massimo seguía sin cambiar su mirada, sin moverse y sin decir nada.

- Creo que escogió como el anciano que su cuerpo esté en una fosa asquerosa.

Castor atacó a Massimo con su espada con una velocidad increíble, pero Massimo esquivó el ataque y, mientras sus manos emitían un brillo carmesí, tomó la espada de Castor la partió a la mitad y, con el pedazo que tenía en las manos, contra ataco a Castor, que no alcanzó a reaccionar a tiempo y recibió una cortada en la mitad del rostro. Castor cayó al suelo sosteniendo su rostro mientras la sangre caía al suelo; volteo a mirar a Massimo mientras se cubría el rostro.

- ¿Qué están esperando? ¡MATENLO!

Los soldados se abalanzaron contra Massimo, pero este los atacaba y esquivaba a una velocidad fuera de este mundo. Castor solamente veía salir brillos carmesí de entre sus hombres, mientras que él se alejaba de la pelea.

Un hombre se acercó a Castor para ayudarlo a subir a su caballo, y apenas estaba subido en el corcel se marchó del lugar de la batalla.

Massimo seguía peleando, ahora usando dos espadas que había conseguido del cuerpo de otros humanos que había derrotado. En eso vio a Castor alejándose, pero Massimo no iba a dejar escapar al autor de la muerte del Sabio, de su mentor.

- ¡Angol Kapeziyezi! - gritó Massimo.

De las espadas salieron dos rayos color rojo que al juntarse formaron un remolino en dirección a Castor. Los soldados que estaban cerca a este salían despedidos por los aires cayendo de forma violenta al suelo.

Castor volteo a mirar al escuchar los cuerpos cayendo al suelo de sus hombres, pero no alcanzó a reaccionar cuando una Luz carmesí impactó contra su cuerpo, elevándolo y causándole múltiples cortaduras en la armadura, finalmente cayendo al suelo con si de una bolsa de papas se tratase.

Castor estaba aturdido y extremadamente herido, pero alcanzó a ver a Massimo, que se encontraba con las ropas desgarradas, pero el único rastro de sangre era la que goteaba de las dos espadas que empuñaba.

- ¿Cómo? - preguntaba débilmente Castor - ¿Cómo es que a ese anciano pudimos matarlo y a ti no te hicimos ni un rasguño?

Massimo, mirándolo imponente, sin bajar la guardia le respondió:

- El Sabio anciano siempre nos dijo que había bondad de los humanos, pero por desgracia el no podía distinguir entre las personas bondadosas y las alimañas asquerosas como tu, así que luchó para alejarlos, para evitar que avanzaran, yo, en cambio, luche para matarlos, mis poderes me permiten eso y estoy dispuesto a matar a todo ser que no demuestre ni un poco de bondad por Tagterra

- ¡Ahora!

Castor gritaba y una nuve de flechas tapó la luna, Massimo levantó la mirada pero era demasiado tarde para reacccionar, las flechas cayeron atravesando todo lo que estuviera cerca, soldados, a Massimo y al mismo Castor, que murió por las flechas y las heridas ocacionadas por Massimo.


Pasaron dos días y la invasión por parte del reino de Memphys se detuvo por la cantidad de vidas perdidas en la batalla contra Massimo, esto provocó una perdida económica grande por parte del rey y llevo a una revolución en la cual termino decapitado.

Eufiria volvía a la villa que antes llamaban hogar esperando encontrar señales de Massimo o del Sabio, pero lo que se encontró fue un campo de batalla en el cual parecía que muchos habían muerto; entre lagrimas comenzó a buscar el cuerpo del Sabio y de Massimo; tras varias horas encontró el cuerpo de Castor atravesado por las flechas, pero había un espacio, un espacio como si alguien hubiera recibido varias flechas pero no había rastro de un cuerpo, ahí se formaba un rastro de flechas rotas, como si alguien hubiera pasado entre estas; Eufiria siguió este camino hasta llegar a el bosque, en medio de este bosque había un árbol gigante que destacaba de los demás, cerca de este árbol habían unas flechas en el suelo, y junto a este, parecía que la tierra había sido escarbada, se acercó y notó en el árbol un escrito.


Aquí yace el Sabio

Eufiria cayó de rodillas y comenzó a llorar, se calmo al pensar que Massimo seguía con vida, pero no había ido con los demás,  tal vez no quería volver tras sentir que traiciono la filosofía del Sabio, o tal vez comenzó un viaje de venganza contra los humanos, ella no estaba segura, pero le alegró saber que Massimo seguía con vida y sería recordado como el guerrero más poderoso.