domingo, 1 de noviembre de 2020

Los Desaparecidos (Parte 1)

 



Trabajo como detective en una gran ciudad, detective privado para ser más especifico. Fui echado de la policía por encubrir a un colega con un caso, el cariño que le tenía y le tengo a esa persona aún se mantiene; de hecho es mi contacto en la jefatura cuando necesito alguna información que solamente puedo adquirir por las computadoras de la policía.

Un día me llego con un caso de gente desaparecida en un pueblito  cercano. Nadie quería tomar el caso, lo cual le daba un tono más tétrico a este, así que mi ex compañero recurrió a mi, yo no pondría problema, ya que el que quería que me encargara de este caso estaba ofreciendo una gran suma de dinero, pero se mantendría en el anonimato el que esta ofreciendo dicha recompensa, ya que teme por su vida.

La mañana siguiente salí de camino al pueblito para resolver el caso, creí que quedaba mucho más cerca, pero un viaje de tres horas sin ningún otro vehículo no es considerado cerca.

La primera impresión  que me llevé del pueblo era el letrero que estaba abajo del que decía "Bienvenidos", ese letrero decía "sin desapariciones desde hace 2 días". La cosa tenia que ser grave ya que no llevaban muchos días sin desapariciones, sumado a tener que poner un letrero así, solamente me daba mala espina.

Lo primero que hice fue ir a buscar un lugar en cual quedarme, lo cual fue complicado, ya que las calles se mantenían vacías, incluso tenían un tono lúgubre, como si de un pueblo fantasma se tratase.

Tras unos minutos encontré un hostal, parecía solo, pero al tocar la campanilla, del fondo del lugar, salió una mujer joven, era muy bella; se acercó al estante, me saludó y me preguntó qué se me ofrecía. Le dije que venia a investigar las desapariciones y necesitaba un lugar en el cual quedarme; al mencionar esto la expresión de la chica cambio a uno a de terror.

- No, no, aquí no hay habitaciones, no hay nada, váyase por favor

Me pareció extraña esta reacción, pero no iba a rendirme para conseguir una habitación.

- No has tenido muchos clientes ¿verdad? lo digo porque el pueblo parece abandonado y además tenias un letrero afuera que dice que hay vacantes - Tomé aire y continúe - Mira, solamente quiero tener un lugar al cual llegar mientras investigo, si me ofrece comida caliente y buena, mucho mejor; pero si esta investigación llega a ser una perdida de tiempo entonces me iré en menos de nada, obviamente tu recibirás tu paga y no volverás a saber de mi.

La chica se quedó pensando por un momento; noté como temblaban sus manos, como si fuera a crearle algún problema grave, pero tras unos segundos asintió con la cabeza y me invitó a seguirla.

Me llevó por un pasillo largo lleno de habitaciones hasta llegar al fondo de este; habitación 110, era la habitación más alejada de la puerta, más alejada de la única salida. La chica saco un juego de llaves, separo una con la que abrió la puerta y me la entrego.

- Servimos la cena a las siete de la noche y el desayuno a las siete de la mañana; el comedor se encuentra a la derecha de la entrada, cerca a la cocina, aquí no hay agua caliente pero sí tiene su baño privado.

La chica estaba por irse cuando se detuvo en la puerta y sin mirarme dijo:

- Espero que resuelva todo, pero también espero que no se quede mucho tiempo.

Sentí que me estaba ocultando algo, no sé que cosa podría ser, pero me motivó con resolver el caso rápido, ya que parece que si no lograba nada en un corto tiempo, esta chica correría peligro como los otros desaparecidos.

Una vez instalado pasé a la comisaría, un lugar pequeño con no más de diez policías, de todas formas si iba a conseguir pistas ese era el primer lugar.

Cuando llegué los policías me miraron de arriba abajo, como si de algo repugnante se tratara. Me acerque al recibidor, uno de los agentes con apariencia de campirano más que de policía se me acerco.

- ¿Qué viene a hacer un citadino a este pueblo?

Sentía su rechazo, como pidiendo que me fuera y no volviera jamás, pero alguien me había contratado para resolver las desapariciones, y mientras más gente me pidiera que me fuera más ganas me daban de resolver el caso.

Mire las paredes al rededor hasta que vi una con varios volantes de personas desaparecidas.

- Parece que tienen un problema de desapariciones - le dije mientras señalaba a los volantes en la pared.

- Eso no es asunto suyo, los citadinos solamente traen problemas y nosotros podemos encargarnos de nuestros asuntos sin ayuda externa.

Nunca me había topado con alguien tan molesto al momento de ofrecerle ayuda. No podía dejarle saber que era un detective, a lo mejor me echaría ¿un reportero? no, no creo que permita ese tipo de entrometidos acá.

- Mire soy profesor de una universidad en la ciudad, estoy escribiendo una tesis sobre la vida lejos de la ciudad, así que vengo de pueblo en pueblo anotando sus costumbres y de más tradiciones, claro que al llegar a este pueblo lo noté vació, con un tono triste incluso, creo que se debe a las personas en esa pared.

Los ojos le cambiaron al policía, como si fuera su oportunidad para ser una celebridad.

- Sí, sí, nuestro cuerpo de policía es muy capaz y hemos cuidado a la gente de este pueblo por años, pero esas desapariciones nos tomaron desapercibidos.

- Que curioso ¿podría ver los archivos sobre esas desapariciones?

El policía volvía a dudar de mi, mirándome sin estar convencido sobre mi mentira; decidí echarle flores para que confiara en mi.

- Podría hacer una mención en mi tesis sobre el policía que me colaboró, esto podría traer turistas y seria gracias a usted.

El rostro del policía volvía a cambiar, ahora mostraba una sonrisa convencido de que haría algo bueno por el pueblo.

- ¿Muchas chicas leen sus tesis?

- Demasiadas, obviamente todas jóvenes, muchas de ellas gustan de visitar los lugares que menciono.

El policía dejaba ver una sonrisa de satisfacción, pero tenía que volver a atacar para que no dudara más de mis verdaderas intenciones.

- No debería decirle esto pero... - me acerque a su oído y el se acerco a mí - muchas de esas chicas son demasiado promiscuas.

El policía se aparto lenta mente hasta dejarme ver una cara de pervertido repulsiva, saltó del recibidor y en menos de diez segundos llegó con varias carpetas.

- Esto es todo lo que tenemos profesor, si necesita cualquier cosa más solamente avíseme, recuerde que habló con Snaider Pedro Tovar Gonzales, se lo voy a escribir con mi número de celular, para que estemos en contacto, siempre dispuesto a ayudar a la búsqueda del conocimiento.

Tomé las carpetas y el papel con los datos del policía y me retire dándole las gracias con una sonrisa. No podía creer que eso funcionara, pero el tipo ya dejaba ver una cara de que sería fácil de engañar.

Llegué a mi habitación, coloqué las carpetas en la cama y comencé a revisarlas. Ninguna parecía tener información clara, solamente nombre, edad, fecha de nacimiento y ropa que usaban cuando desaparecieron, no había ninguna pista clara, como si la información hubiera sido tomada para salir de eso y ya.

Volví a revisar con más calma y lo más detalladamente los documentos; todos los desparecidos tenían entre 18 y 25 años, todos habían estudiado en el mismo colegio, claro que solamente hay uno en el pueblo; no hay testigos y ningún familiar sabía a donde se dirigían antes de desaparecer. Sentí unos golpes en la puerta que me sacaron de mi concentración seguido de la frase "la cena estará en diez minutos". Di las gracias e iba a levantarme cuando noté que una de las desaparecidas se me hacía familiar, claro, era una chica sumamente parecida a la que atendía el Hostal ¿será su hermana? no sé si era algo importante, pero era una pista que podía seguir.


Continuara...