domingo, 22 de noviembre de 2020

Los Desaparecidos (Parte 4)


 


De inmediato volví a encender mi automóvil, pero unos golpes en la ventana de sacaron de mi concentración; se trataban de dos policías que me pedían bajar la ventana para hablar, así que la bajé, pero obviamente tenía prisa, así que mientras más rápido me deshiciera de ellos mejor

- Buenos días oficiales ¿en qué puedo ayudarles?

- Usted es el citadino que habló con Sneider ¿verdad?

- Sí, de hecho había recibido una llamada de él y…

- ¿Puede bajarse del vehículo? – dijeron los policías interrumpiéndome

- Pero tengo un poco de prisa la verdad…

Uno de los policías sacó su arma de fuego y en forma de amenaza me volvieron a pedir que me bajará, así que esta vez acepté a regañadientes. Uno de los oficiales se me acercó y me revisó encontrando mi revolver y me lo quitó mirándome esperando alguna respuesta.

- ¿Eso? Es por protección, la ciudad es un lugar peligroso ¿sabe? Y pues ya es costumbre el…

El otro oficial se acercó interrumpiéndome de nuevo.

- El oficial Tovar desapareció anoche y usted es sospechoso señor.

Sneider había desaparecido, y yo era sospechoso, lo extraño es que acababa de hablar con él, me había llamado sin tener mi número, claro que mi preocupación era Elisa, claro que teniendo en cuenta estos eventos ¿era una trampa para encerrarme y Elisa estaría bien? No, de todas formas no podía dejar que me encerraran, mucho menos estando tan cerca de saber que estaba pasando, Elisa era mi mayor pista, además tenia un mal presentimiento sobre ella, como si le fuera a pasar algo malo.

Les pedí a los policías mi llamada, y después de hacerla iría con ellos sin poner fuerza, los policías aceptaron, pero tendría que hacer la llamada desde la estación y usando su teléfono, lo cual me parecía bien, ya que a quien quería llamar era a Elisa, y como no tenía su teléfono necesitaría usar el directorio.

Entramos en la estación de policía y yo fui directo al teléfono mientras que uno de los policías me vigilaba. Tomé el directorio que estaba junto al teléfono y comencé a buscar el apellido de Elisa.

Estaba llegando a los apellidos por P, cuando dos hombres vestidos de negro se me acercaron.

- Disculpe ¿Puede usted venir con nosotros? – dijeron los dos hombres, cada uno con más de dos metros de altura

- No puedo – les conteste sin soltar el teléfono – tengo derecho a una llamada y…

- Usted no entiende señor – dijo uno de los hombres interrumpiéndome – nosotros pagamos su fianza así que está en deuda, por eso le pedimos que nos acompañe si es tan amable, ya que no queremos recurrir a la fuerza.

Tras decir esto, uno de los hombres se movió el traje dejando ver una pistola; solamente cerré los ojos un momento y acepté ir, no sin antes pasar por mis cosas, las llaves del automóvil y mi pistola; al guardar mi pistola la dejé ver por los sujetos, haciendo ver que estaba dispuesto a luchar con ellos, pero como llevaban gafas oscuras no pude ver sus expresiones. Una vez me entregaron mi billetera el oficial encargado de esta labor miró a los dos hombres y, con un rostro de miedo me dijo en voz baja “Creo que no lo volveremos a ver citadino”. Estas palabras me dejaron un poco consternado ¿me iban a matar? ¿este policía sabía algo de lo que iba a pasarme?

Salimos de la estación; uno de los hombres se subió a una camioneta negra y el otro me pidió las llaves de mi auto, no iba a permitirme escapar, tampoco quería provocar una pelea en frente de la estación de policía.

Íbamos en camino cuando el tipo que iba conmigo sacó unas esposas, me dijo que no quería ninguna intervención que lo obligara a usar la fuerza, claro que yo tampoco quería usar la fuerza, aún sentía que Elisa estaba en peligro, pero también que podía sacarle información, ya que no parecía un tipo muy inteligente.

- ¿Ustedes fueron los que me acusaron? – El tipo soltó una risa por esta pregunta.

- Obviamente, no sabemos donde estaba así dijimos que la desaparición de ese policía era su culpa, entonces solamente tendríamos que ir por usted a la estación de policía.

- Es decir que ustedes fueron los que llamaron ¿Cómo…

- Nada de escapa del “ojo” y el policía no podía negarse a cooperar

- A lo que me refiero es ¿cómo consiguieron mi número de celular?

- Ya se lo dije, nada escapa del “ojo”

No creía poderle sacar más información, además ya me tenia aburrido con su respuesta del “ojo” ¿será alguna secta? Y ¿el ojo será su líder?

Noté por la ventana que estábamos saliendo del pueblo.

- ¿El ojo se encuentra fuera del pueblo?

El tipo soltó otra risa, y me dijo:

- ¿Yo cuando dije que iba a llevarlo a donde el “ojo?


Continuara...