Alguien llamando a la puerta me despertó; al abrir los ojos
noté a Elisa aún dormida, no podía creer que me había quedado dormido con la
ropa puesta, pero no era importante, quería saber cuánto tiempo estuve dormido,
pero no había ningún reloj en el cuarto.
Volví a escuchar a alguien llamando a la puerta,
probablemente se trataba de Howard Walterson, tenía muchas preguntas así que me
levanté a atender la puerta. Al abrirla se encontraba Francis, el mayordomo.
- La comida esta lista, usted y la señorita pueden pasar al
comedor cuando gusten.
Se dio la vuelta, pero volvió a mirarme.
- A propósito, el señor Walterson no se encuentra por el
momento, pero llegara en unas horas, ya que el tiene muchas ganas de hablar con
ustedes y me imagino que usted, detective, también.
Se marchó y yo cerré la puerta, al darme la vuelta vi a
Elisa despierta, me le acerqué y le comenté lo de la comida y ella de inmediato
se levantó con la intención de acompañarme a comer, creo que tenía mucha hambre
ya que no se molestó en besarme como las otras veces.
Llegamos al comedor, una mesa gigante en la que había un
caldero con una sopa de cebolla, dos canastas con pan de ajo, una pierna ahumada
de res, un pastel de fresa y cuatro platos, obviamente con varios cubiertos. Me
senté en uno de los lugares con platos y Elisa se sentó a mi lado y apenas estábamos
sentados, la joven de la noche pasada, se nos acercó y nos sirvió un poco de sopa
y empezó a cortar dos porciones de la pierna ahumada; en eso apareció Francis
con una cacerola y al abrirla había una ensalada de papa.
Comimos hasta quedar satisfechos e íbamos de camino a la habitación,
cuando Francis nos detuvo en la entrada del comedor.
- El amo Walterson está esperando por usted, detective.
Le dije a Elisa que fuera a la habitación, que después hablaríamos,
ya que ella también tenía muchas cosas que decirme, cosas sobre el caso, pero después
de lo sucedido anoche tenía ganas de decirle que nos largáramos juntos de ese
maldito pueblo, que el dinero que pagaban por el caso no era suficiente para
las tragedias que había vivido; pero mi curiosidad de detective me mantenía en
el caso, en especial cuando más dudas y cosas extrañas sin respuesta seguían pasando.
Llegué a la oficina del dueño de la casa y nuestro salvador,
el señor Howard Walterson, la puerta de la oficina la abría Francis y me
invitaba a seguir; la oficina era totalmente con colore de madera oscura, las
paredes estaban llenos de libro, una alfombra con las letras H.W. adornaba el
centro de esta, con una ventana gigante en el fondo y en frente de esta un
escritorio en el que se encontraba un hombre robusto, canoso, con un bigote
poblado y una calva en la coronilla; ese hombre era el señor Howard Walterson.
- Detective, me alegra por fin tenerlo en mi presencia –
Howard se levantaba del escritorio y acercaba una silla al mismo – por favor, siéntese,
siéntese – se acercó a una vitrina que no había notado, estaba llena de varias
botellas – ¿se le ofrece algo de tomar?
- No gracias – respondí mientras me sentaba.
- Insisto, créame que después de todo lo que tengo que
decirle va a desear tener un trago en las manos para quitarse el sabor de la boca.
Que extraña petición por parte del señor Walterson, no
estaba seguro de lo que me iba a decir, pero si iba a ser tan impactante como
el dice, entonces puede que si necesitara algo en mis manos para beber.
- De acuerdo señor Walterson…
- Dígame Howard, detective
- Bien, Howard, beberé un poco de whiskey, sin hielo por
favor.
- ¡Sin hielo! – exclamó Howard – usted es de los míos
detective.
Sacó una botella que parecía lujosa de la vitrina, seguido
tomó dos vasos sirviendo de la botella en ambos, se acercó a mi pasándome el
vaso con whiskey, seguido a esto él se sentó en el escritorio.
- Este es un whiskey que traje de mis viajes en Europa, fue difícil
pasarla en aduanas por su alto precio, pero soy alguien que conoce mucha gente
importante – tomó un sorbo del whiskey y continuó – Primero que nada, detective,
quiero que sepa que yo fui la persona que lo contrató.