Mostrando las entradas con la etiqueta Los Desaparecidos. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Los Desaparecidos. Mostrar todas las entradas

domingo, 29 de noviembre de 2020

Los Desaparecidos (parte 5)


 

Mi corazón se comenzó a acelerar, este tipo, o bueno, estos tipos iban a matarme, pero no iba a permitir que terminaran con mi vida, tenía que salvar a Elisa.

Me encontraba esposado, sí, pero no derrotado, ya que el esposarse las manos, como yo lo hice, me las dejaba para poder pelear, es decir, las tenía en frente, no atrás que dificultaría una pelea.

Tenía que pensar mis posibilidades, así que me quedé mirando al sujeto… no tenía puesto el cinturón de seguridad, bueno, es normal en estos pueblitos, ya que no hay una medida para controlar es tipo de cosas; yo si lo tenía puesto, ya que en la ciudad pueden ponerte multas por no usarlo seas pasajero o conductor.

- Tuvo que ponerse el cinturón de seguridad.

El tipo me miró y, creo, fue la primera vez que mi miedo en sus ojos al observarme pese a que tuviera las gafas oscuras. Retiro una mano para buscar el cinturón de seguridad y, rápidamente, tomé el volante y lo giré hacía mí provocando que el automóvil se saliera de la vía y chocara contra un árbol a la orilla del camino.

Había quedado aturdido, pero tenía que reaccionar, ya que el otro tipo no tardará en verificar que sucedió. Mi vista estaba borrosa y mi cabeza daba vueltas, pero por el cinturón de seguridad me mantuve a salvo, no como el otro tipo, cuya cabeza había traspasado el parabrisas; ahora o nunca tenía que hacer algo, pero había escuchado un motor de camioneta, debía de ser el compañero de este tipo.

Me desabroché el cinturón de seguridad y comencé a requisar al que supongo era el cadáver de mi capturador ¿Qué tenia que buscar antes? ¿las llaves? No, podría desabrochar las esposas, pero si el otro sujeto llegaba me arremetería con su pistola… eso es, la pistola y fue fácil de encontrar, ahí estaba mi confiable Smith & Wesson .38, la tomé y la oculte entre mis piernas aparentando estar inconsciente, era lo mejor para que cuando el tipo se acercará asestarle un disparo certero y no fallar, teniendo en cuenta mi cabeza dando vueltas.

El otro sujetó se acercó, pero solamente podía escucharlo, ya que tenía mis ojos cerrados. Puede escucharle decir “pero que mierda sucedió” y sus pasos acercándose a su compañero muerto, después un sonido de celular y el hablando con alguien, al cual le dijo:

- Hubo un inconveniente… un choqué y parece que numero 36 está muerto… no, no he revisado al citadino… sí, ya lo reviso señor.

Escuché como forzó la puerta del pasajero para poder abrirla, y apenas sentí sus manos en mi cuello para revisar mi pulso, abrí mis ojos y le disparé dos veces, una dio en el pecho y el otro en el cuello, provocando que se le saliera un chorro de sangre, seguido se quedó mirándome, ya que se le habían caído las gafas oscuras, y puede ver como la vida se le escapaba.

Mi respiración se había acelerado, hacía mucho que no tenía que usar mi pistola para algo así. Cuando hubo un poco de silencio escuché un débil, pero entendible “¿hola?”; busqué de dónde venía y vi el celular en el suelo, tenía la pantalla un poco rota, pero aún funcionaba. Lo tomé y me lo acerqué al oído.

- ¿Hola? ¿hola? Numero 27 ¿qué fue ese ruido?

- Ese ruido – contesté con la respiración acelerada – fui yo, matando a el otro de sus matones antes de que se encargaran de mí.

- El citadino, no tiene ni idea en lo que se esta metiendo, y es mejor que se vaya y…

- ¿y qué? ¿Qué no comente nada de lo que me pasó acá? Están ocultando muchas cosas e incluso trataron de matarme ¿y ahora me pide que me vaya y dejé las cosas así?

Se escuchó una risa al otro lado del celular, parece que sí iban a matarme, no sé que habría pasado si me hubiera ido, parecería muerto unos días después, claro que en la ciudad si tratarían de saber que me pasó, o eso creo yo, ya que con pocos amigos y sin familia que me llore sería otro cuerpo más en los obituarios del periódico del domingo.

- Tiene razón detective, queríamos matarlo por estar metiendo las narices en nuestros asuntos, y sí, si se iba a la ciudad también trataríamos de matarlo para que no contara nada de este pueblo, realmente fue una sorpresa el que llegara aquí a buscar a los desaparecidos, la cosa es que el ojo todo lo ve y más temprano que tarde lo volveremos a encontrar.

La llamada terminó ahí ahora lo que yo quería era ir por Elisa, no tenía tiempo para enlazar las preguntas en mi cabeza.

Volví a requisar a el tipo del auto, numero 36 creo que le dijeron; tomé su pistola, las llaves y mi celular; después fui con el otro sujeto, de el también tomé la pistola, pero también tomé las llaves de la camioneta y me guardé su celular.

Me subí a la camioneta y arranqué de vuelta al pueblo.

Saqué mi celular y llamé a mi amigo en la policía, el contesto asustado y preocupado por mí, ya que ayer alguien había preguntado por mí diciendo que “algo malo” me había ocurrido en el camino al pueblo. Me molesté porque no se le había ocurrido llamarme, pero se me pasó un poco el enojó ya que necesitaba un favor de él, necesitaba que revisara un número de teléfono y me enviara lo más pronto posible todos los datos y registros de llamadas que se hicieron con él; no sé si fue la culpa, pero se puso a trabajar rápidamente en eso y me prometió tenerme los resultados en horas de la tarde.

Colgué sin más, no le iba a dar las gracias ya que en vez de buscarme le entregó todos mis datos de contacto a un extraño, que buenos amigos tengo.


Continuara...

domingo, 22 de noviembre de 2020

Los Desaparecidos (Parte 4)


 


De inmediato volví a encender mi automóvil, pero unos golpes en la ventana de sacaron de mi concentración; se trataban de dos policías que me pedían bajar la ventana para hablar, así que la bajé, pero obviamente tenía prisa, así que mientras más rápido me deshiciera de ellos mejor

- Buenos días oficiales ¿en qué puedo ayudarles?

- Usted es el citadino que habló con Sneider ¿verdad?

- Sí, de hecho había recibido una llamada de él y…

- ¿Puede bajarse del vehículo? – dijeron los policías interrumpiéndome

- Pero tengo un poco de prisa la verdad…

Uno de los policías sacó su arma de fuego y en forma de amenaza me volvieron a pedir que me bajará, así que esta vez acepté a regañadientes. Uno de los oficiales se me acercó y me revisó encontrando mi revolver y me lo quitó mirándome esperando alguna respuesta.

- ¿Eso? Es por protección, la ciudad es un lugar peligroso ¿sabe? Y pues ya es costumbre el…

El otro oficial se acercó interrumpiéndome de nuevo.

- El oficial Tovar desapareció anoche y usted es sospechoso señor.

Sneider había desaparecido, y yo era sospechoso, lo extraño es que acababa de hablar con él, me había llamado sin tener mi número, claro que mi preocupación era Elisa, claro que teniendo en cuenta estos eventos ¿era una trampa para encerrarme y Elisa estaría bien? No, de todas formas no podía dejar que me encerraran, mucho menos estando tan cerca de saber que estaba pasando, Elisa era mi mayor pista, además tenia un mal presentimiento sobre ella, como si le fuera a pasar algo malo.

Les pedí a los policías mi llamada, y después de hacerla iría con ellos sin poner fuerza, los policías aceptaron, pero tendría que hacer la llamada desde la estación y usando su teléfono, lo cual me parecía bien, ya que a quien quería llamar era a Elisa, y como no tenía su teléfono necesitaría usar el directorio.

Entramos en la estación de policía y yo fui directo al teléfono mientras que uno de los policías me vigilaba. Tomé el directorio que estaba junto al teléfono y comencé a buscar el apellido de Elisa.

Estaba llegando a los apellidos por P, cuando dos hombres vestidos de negro se me acercaron.

- Disculpe ¿Puede usted venir con nosotros? – dijeron los dos hombres, cada uno con más de dos metros de altura

- No puedo – les conteste sin soltar el teléfono – tengo derecho a una llamada y…

- Usted no entiende señor – dijo uno de los hombres interrumpiéndome – nosotros pagamos su fianza así que está en deuda, por eso le pedimos que nos acompañe si es tan amable, ya que no queremos recurrir a la fuerza.

Tras decir esto, uno de los hombres se movió el traje dejando ver una pistola; solamente cerré los ojos un momento y acepté ir, no sin antes pasar por mis cosas, las llaves del automóvil y mi pistola; al guardar mi pistola la dejé ver por los sujetos, haciendo ver que estaba dispuesto a luchar con ellos, pero como llevaban gafas oscuras no pude ver sus expresiones. Una vez me entregaron mi billetera el oficial encargado de esta labor miró a los dos hombres y, con un rostro de miedo me dijo en voz baja “Creo que no lo volveremos a ver citadino”. Estas palabras me dejaron un poco consternado ¿me iban a matar? ¿este policía sabía algo de lo que iba a pasarme?

Salimos de la estación; uno de los hombres se subió a una camioneta negra y el otro me pidió las llaves de mi auto, no iba a permitirme escapar, tampoco quería provocar una pelea en frente de la estación de policía.

Íbamos en camino cuando el tipo que iba conmigo sacó unas esposas, me dijo que no quería ninguna intervención que lo obligara a usar la fuerza, claro que yo tampoco quería usar la fuerza, aún sentía que Elisa estaba en peligro, pero también que podía sacarle información, ya que no parecía un tipo muy inteligente.

- ¿Ustedes fueron los que me acusaron? – El tipo soltó una risa por esta pregunta.

- Obviamente, no sabemos donde estaba así dijimos que la desaparición de ese policía era su culpa, entonces solamente tendríamos que ir por usted a la estación de policía.

- Es decir que ustedes fueron los que llamaron ¿Cómo…

- Nada de escapa del “ojo” y el policía no podía negarse a cooperar

- A lo que me refiero es ¿cómo consiguieron mi número de celular?

- Ya se lo dije, nada escapa del “ojo”

No creía poderle sacar más información, además ya me tenia aburrido con su respuesta del “ojo” ¿será alguna secta? Y ¿el ojo será su líder?

Noté por la ventana que estábamos saliendo del pueblo.

- ¿El ojo se encuentra fuera del pueblo?

El tipo soltó otra risa, y me dijo:

- ¿Yo cuando dije que iba a llevarlo a donde el “ojo?


Continuara...

domingo, 15 de noviembre de 2020

Los Desaparecidos (parte 3)


 Dejé mis pensamientos en la habitación, ya que tenía que continuar con la investigación. Fui al comedor y vi un tazón de leche, una taza con cereal, un vaso de jugo de naranja y un plato vacío. Me senté y de inmediato sentí la pistola que tenia guardada en la parte trasera del pantalón, temía que se disparara ya que no recordaba haberle puesto el seguro; así que la saque rápidamente, no tenía seguro, se lo puse y la volví a guardar, justo a tiempo para que Elisa no viera la pistola, ya que estaba saliendo de la cocina con unos huevos fritos, dos tostadas y tocino.

Sirvió esto en el plato vacío que tenía en frente, me miro a los ojos con una sonrisa y volvió a la cocina, pero unos minutos después salió con un platillo idéntico para ella y se sentó junto a mí, más cerca de lo que se había sentado anoche.

- Buen provecho Elisa – le dije con una sonrisa

- Buen provecho – me respondió bajando un poco la cabeza sonrojada.

No sabía con que empezar la conversación, de hecho, no estaba seguro de lo que había pasado anoche y esta chica estaba como si nada hubiera pasado, tenía que saber si ella también escuchó o si había sido un horrible sueño.

- Anoche…

- ¡Oh! Lo siento – dijo Elisa interrumpiéndome – no le pregunto cómo paso la noche ¿Le gusto la habitación?

¿Cómo decirle que por darme la habitación más lejana pude ser devorado por alguna criatura extraña la cual no puede ver por la oscuridad de la noche? No, no era capaz, ella estaba más alegre y dispuesta a hablar conmigo, tenia que olvidar lo de anoche y ahora si sacarle la mayor cantidad de información posible.

- Dormí muy bien, gracias por preguntar ¿y usted?

- Yo… - la chica se puso más roja y apartó la mirada – Yo tuve un poco de frío, pero pude dormir.

Tiene veinte tres años, es una chica joven que posiblemente busca es una noche de pasión para calmar la soledad, pero no la conseguiría conmigo, por lo menos no con todas las cosas que estaban dando vueltas en mi cabeza.

- Elisa – le dije con más decisión – Una de los desaparecidos es muy parecida a usted.

Su tono de piel volvió a la normalidad y se quedó sin expresar ninguna emoción, como si hubiera dicho algo que le diera miedo.

- Sí – respondió con un tono sombrío y sin darme la mirada

- Esperaba que…

- Ye terminé, tengo que irme.

Se levanto de la mesa y se marcho por el camino hacia el recibidor, hasta que la perdí de vista y entonces escuché una puerta cerrarse.

Mi sorpresa fue notar, o más bien, no notar la silla que había arrojado la noche anterior, ya no estaba y obviamente no iba a estar, ya que la había arrojado contra lo que sea la criatura de anoche y eso la destruyó ¿Elisa la habría botado?

Miré la mesa, Elisa no había dado ni un bocado a su desayuno, lo había dejado todo; tengo que admitir que me sentí mal por la chica, ella solamente quería hablar, tal vez ligar conmigo y demás cosas, incluso se había sentado cerca de mi… que miserable.

Dejé la mesa y fui tras ella, tenía que aclararle las cosas después de todo, aún que en parte era para quitarme la culpa que sentía por alterarla de esa forma.

Llegué al recibidor y me quedé mirando el pasillo lleno de puertas, de las cuales no tenia ni idea de donde estaba Elisa. Estaba caminando despacio tratando de escuchar algo en las puertas, y tuve suerte, en la habitación 102 se escuchaba a una mujer sollozando. Me acerque a la puerta cuando un pensamiento me detuvo ¿Qué rayos voy a decir o hacer? Además ¿un inquilino entrando, así como así, con una pistola oculta en la parte de atrás del pantalón? No, tenia que pensar bien las cosas.

Volví a mi habitación, guardé mi Smith & Wesson .38, me enjuagué el rostro y usé un poco de enjuague bucal; ahora sí estaba un poco más presentable, pese a que aún no sabía que decirle.

Me acerque una vez más a la habitación 102 y me disponía a llamar a la puerta cuando escuche la voz de Elisa aun sollozando mientras decía:

- No tuviste que ir en contra, no tuviste que desobedecer, si solamente hubieras hecho lo que decían… aún estaríamos juntas…

Parece que Elisa sabía más de lo que sospechaba, ahora tendría que decidir si encararla de forma agresiva o… no, lo que haré será de forma tranquila, tengo que sacarle la mayor cantidad de información y puede que tenga resuelto este caso.

Golpeé dos veces la puerta y escuché a través de esta la voz de sorpresa de Elisa; ella abrió la puerta un poco, su rostro como sus ojos estaban rojos, además de hinchados, seguramente estaba llorando, pero de todas formas no trató de ocultar su rostro como en otras ocasiones.

- ¿Podemos hablar? – le pregunté con tono agradable, claro que oculté mis ansias por preguntarle todo sobre el caso

- Sí, sí.

Elisa bajó la cabeza y me permitió pasar cerrando la puerta después de que entré. El cuarto estaba ordenado, incluso era más grande que el mío; estaba perfectamente ordenado a excepción de una caja y varias fotos sobre la cama.

Me acerqué a la cama para ver las fotos, pero antes de tomar una la volteé a mirar, ella asintió con la cabeza, así que tomé la que estaba encima de todas; se trataba de una foto de dos niñas, ambas muy parecidas, no tuve duda que se trataba de Elisa y la chica desaparecida; ambas estaban sonriendo incluso se sentía que estaban felices.

- Es mi medio hermana, Alisa Pardo Escobar, ambas vivíamos en este pueblo, incluso fuimos al mismo colegio – Elisa se acerco a mi para ver la foto conmigo – Hasta nacimos en el mismo hospital.

- ¿Qué paso con…

- El mismo día por parte del mismo padre – Continuo Elisa sin dejarme hablar – la idea de mi padre… bueno, de nuestro padre era hacer lo posible para que no nos viéramos, ya que vivía engañando a dos mujeres, dos mujeres que habían quedado embarazadas de él, claro, mi hermana iba a ser la primera en nacer, pero una complicación en el embarazo de mi madre provocó que yo naciera dos meses antes, provoco que naciera en el mismo hospital en donde estaba naciendo mi hermana, después de eso ambas mujeres conocieron el secreto que tenía mi padre creando un odió entre ambas, pero de todas formas mi padre solamente era mala persona con las mujeres, ya que a mi hermana y a mí siempre nos dio lo que necesitáramos, no lo que quisiéramos ni lo que quisieran nuestras madres, no – Elisa subió la mirada y se quedó mirándome a los ojos, estábamos tan cerca que pude notar su belleza pese a que estuviera llorando; me provocaba besarla pero tenia que mantener la compostura – Mi padre nos mantenía juntas cuando íbamos a visitarlo, creando un vinculo entre ambas como si fuéramos hermanas del mismo padre y la misma madre; el era un hombre de dinero, así que cuando murió nuestras madres fueron como buitres por su dinero y propiedades, pero no pudieron, el nos dejó todo a mi hermana y a mí, esto con el fin que siguiéramos compartiendo, y así lo hicimos, por lo menos hasta que…

De repente sonó mi celular, era un numero desconocido. Le pedí disculpas a Elisa y salí de su cuarto para responder; era Snaider… bueno, el oficial Tovar, diciéndome que tenía una información importante para compartirme sobre las desapariciones, y que no podía esperar.

Le dije a Elisa que tenía que hacer unas cosas, que trataría de no tardar para seguir escuchándola y ella me sonrió y asintió con la cabeza.

Fui a mi habitación y tomé mi abrigo cuando sonó algo que caía al suelo, era mi pistola, no sé porque sentí el impulso de tomarla y llevarla conmigo, pero eso hice.

Al llegar al recibidor estaba Elisa, quien se me acercó y me beso de una forma tan apasionada que me dieron ganas de no ir, de botar todo el caso y quedarme con ella, huir de ese pueblo, lejos, solamente ella y yo.

Terminó de besarme y me pidió que no me tardara, le acaricie la mejilla y salí rápidamente en dirección a la estación de policía.

Llegaba en mi automóvil frente a la estación, el trayecto estuvo totalmente abandonado, justo como estuvo el día que llegue.

Puse el freno de mano y estaba por apagar el automóvil cuando un pensamiento llegó a mi cabeza, un pensamiento como si estuviera desactivado:

¿Cómo pudo el agente Tovar llamarme si jamás le pasé mi número de celular? Maldición, algo no estaba bien y lo que querían era tenerme lejos de Elisa ¡Elisa era la próxima Victima!


Continuara...

domingo, 8 de noviembre de 2020

Los Desaparecidos (Parte 2)


 Al fin había conseguido mi primera pista, una de los desaparecidos parecía tener algún tipo de relación con la dueña del hostal, o por lo menos, con la chica que me atendió.

Fui al comedor, la comida olía increíble. Pasado un tiempo llego la chica que esperaba, traía un plato de consomé de carne y un vaso de jugo de mora.

- Ya traigo el plato fuerte.

No me dio tiempo de decir nada cuando ya había entrado en la cocina, creo que comeré solo, ya que no había comida para ella.

Al volver tenía un plato con costillas y puré de papa. Antes de que colocará el plato te pregunté si iba a comer conmigo, ella se quedo con cara de disgusto por un rato, no quería que su respuesta fuera no, así que añadí:

- Es mucho mejor comer acompañado y teniendo una conversación agradable, ¿no cree?

La mire a los ojos como si la deseara, una de esas miradas que pueden derretir glaciares en el corazón de las mujeres. Se sonrojo y asintió con la cabeza, seguido a esto entro en la cocina, y volvió con un plato igual al mío, creo que planeaba comer en la cocina.

Se sentó al otro lado de la mesa, bajó la cabeza y comenzó a comer, parece que cada vez que levantaba la mirada se sonrojaba y la bajaba rápido.

- Pareces una chica joven para ser la dueña del hostal ¿Cuántos años tienes?

- Sí, sí, tengo veintitrés - respondía con un tono tímido y sin levantar la cabeza

No esperaba la afirmación de mi pregunta, e incluso esperaba que continuara la conversación; eso complica un poco las cosas, por experiencia sé que las personas tímidas son las más complicadas al momento de entablar una conversación, pero por ser tímidas son propensas a solamente responder preguntas, obviamente no quería llegar al tema que me hizo convencerla de sentarse conmigo a cenar, pero tampoco quería perder el tiempo haciendo preguntas que no me llevan a ningún lado... o a lo mejor ¿si me llevarían a alguna parte?

- O sea que sí eres la dueña, es extraño que alguien tan joven sea dueña de su propio negocio.

- Sí...

Otra respuesta monosílaba, estas cosas me terminan molestando, pero tenia que mantener la compostura, tengo solamente un trabajo y esta chica es importante para el caso.

- Me dijiste que la estadía solamente incluía desayuno y cena ¿hay algún problema si uso la cocina para prepararme algo a la hora del almuerzo? - Tenía que mantener mi tono coqueto, por lo menos hasta que pueda entablar una conversación con ella.

- Sí, no me gusta que nadie más use mi cocina - levanto la mirada por un momento y me miró fijamente a los ojos - pero si lo desea podría cocinarle también al almuerzo.

- Que bien...

- Y comer juntos, así, poder conversar... otra vez - volvía a bajar la mirada.

- Claro, pero antes me gustaría conocer tu nombre, para fraternizar un poco más.

- Sí, sí, me llamo Elisa Pardo Gamero

Pardo, es el apellido de la chica desaparecida, pero el segundo apellido me desconcertó, ya que no era el mismo, pero esta chica es parecida a la desaparecida ¿hermanastras? no lo sé, pero por mucha curiosidad que tuviera  no podía asustarla. Así que seguí por el lado de la coquetería para que empezara a tenerme más confianza.

- Es un bello nombre, perfecto para una bella mujer, si me permites decirlo.

- Sí, sí, no hay problema - Ella se sonrojaba cada vez más, así que decidí bajar un poco la coquetería, ya que mi intención no era enamorarla.

- Así que este negocio, el del hostal ¿lo iniciaste sola?

- Sí, es decir, no, no lo inicie sola...

- ¿Lo iniciaste con...

Una alarma interrumpió la conversación, la chica se levantó de la mesa rápido y me dijo que tenia que irse, que no me preocupara por los platos, que ella se encargaría más tarde de eso, y salió corriendo del comedor; miré el plato de ella, aún tenia comida ¿Qué era tan importante como para dejar la comida a medias?

Volví a mi habitación; en el camino no vi a Elisa, como si hubiera desaparecido, de todas formas hay más habitaciones y ella debe estar en alguna de ellas. En la habitación revisé la carpeta otra vez, solamente nombres de personas desaparecidas, mi única pista era esa chica y no estaba, por lo menos, no para tratar de sacarle más información.

Me recosté a deliberar sobre el caso, en completo silencio esperando algún ruido que me hiciera ir a ver si Elisa había aparecido, pero pasaban las horas y me había quedado dormido.

Me desperté de golpe, sudando y con la respiración agitada, había tenido una pesadilla en la que un grupo de cabras negras me torturaban mientras todo el lugar se incendiaba... que horrible sueño pero no era relevante.

Miré la hora, eran las 3:33am, me senté en la cama esperando recuperar un poco la cordura; después me levante para ir por un vaso de agua, tengo mi propio baño, pero no un vaso para tomar agua, sería una escusa  para ir a la cocina y revisar si los platos habían sido levantados, en caso de que sí entonces me arrepentiría de haberme quedado dormido.

Abrí la puerta, las luces de la recepción seguían encendidas, pero las del pasillo se encontraban apagadas, recordé la  luz al final del túnel que mencionan las personas que están por morir, ya que esta situación se parecía mucho. Me reí un poco por pensar algo así en este momento.

Me acerqué al mostrador y después en dirección al comedor. En este las luces se encontraban apagadas y, tras pasar por la luz de la recepción, no podía distinguir nada entre la oscuridad. Traté de buscar el interruptor de la luz cuando escucho un gruñido de algo entre la oscuridad; había algo en la oscuridad, posiblemente encima de la mesa del comedor y no podía distinguir que era. De repente escuché uno de los platos cayendo al suelo y noté dos ojos amarillos brillantes mirándome. Creo que esta lista para atacarme a menos que reaccione antes.

Me comencé a alejar muy despacio hasta llegar a la luz de la recepción; escuche como unas patas se bajaban de la mesa, los ojos seguían mirándome y acercándose lentamente. Con mi mano izquierda sentí una silla, la silla de la recepción. Con un movimiento rápido la arrojé la silla, la cual escuché impactar contra lo que sea que estuviera entre la oscuridad y corrí hacia mi habitación y cerré la puerta, después de unos momentos sentí como si algo impactara contra esta.

Mi corazón estaba a mil por hora, no pude ver que era lo que había ahí pero sé que sea lo que sea estaba dispuesto a matarme.

Puse mi oreja en la puerta, podía escuchar sus patas como acechando a una presa. Me alejé de la puerta y me acerqué a mi valija, arrojé mi ropa por todas partes hasta llegar al final, ahí estaba, mi Smith & Wesson .38; no había requerido de esta arma desde que estaba en la policía, recordé a mi compañero, que fue el que hizo posible que me la quedara haciendo unos trucos de "evidencia perdida". Creí que no la usaría nunca más, pero esta situación requiere que la tenga a la mano.

Escuché un golpe en la puerta, era Elisa avisándome del desayuno; el sol ya había salido, me había quedado dormido recostado en la puerta ¿Había sido todo una pesadilla? No, estoy seguro que fue real, si no porque tengo mi revolver en las manos, además no estaba en la cama ¿Qué fue lo de anoche? ¿Por qué Elisa se fue sin terminar de comer de forma tan abrupta después de sonar la alarma?

Estaban surgiendo más preguntas que respuestas, eso es molesto, pero no iba a rendirme con este caso.


Continuara...

domingo, 1 de noviembre de 2020

Los Desaparecidos (Parte 1)

 



Trabajo como detective en una gran ciudad, detective privado para ser más especifico. Fui echado de la policía por encubrir a un colega con un caso, el cariño que le tenía y le tengo a esa persona aún se mantiene; de hecho es mi contacto en la jefatura cuando necesito alguna información que solamente puedo adquirir por las computadoras de la policía.

Un día me llego con un caso de gente desaparecida en un pueblito  cercano. Nadie quería tomar el caso, lo cual le daba un tono más tétrico a este, así que mi ex compañero recurrió a mi, yo no pondría problema, ya que el que quería que me encargara de este caso estaba ofreciendo una gran suma de dinero, pero se mantendría en el anonimato el que esta ofreciendo dicha recompensa, ya que teme por su vida.

La mañana siguiente salí de camino al pueblito para resolver el caso, creí que quedaba mucho más cerca, pero un viaje de tres horas sin ningún otro vehículo no es considerado cerca.

La primera impresión  que me llevé del pueblo era el letrero que estaba abajo del que decía "Bienvenidos", ese letrero decía "sin desapariciones desde hace 2 días". La cosa tenia que ser grave ya que no llevaban muchos días sin desapariciones, sumado a tener que poner un letrero así, solamente me daba mala espina.

Lo primero que hice fue ir a buscar un lugar en cual quedarme, lo cual fue complicado, ya que las calles se mantenían vacías, incluso tenían un tono lúgubre, como si de un pueblo fantasma se tratase.

Tras unos minutos encontré un hostal, parecía solo, pero al tocar la campanilla, del fondo del lugar, salió una mujer joven, era muy bella; se acercó al estante, me saludó y me preguntó qué se me ofrecía. Le dije que venia a investigar las desapariciones y necesitaba un lugar en el cual quedarme; al mencionar esto la expresión de la chica cambio a uno a de terror.

- No, no, aquí no hay habitaciones, no hay nada, váyase por favor

Me pareció extraña esta reacción, pero no iba a rendirme para conseguir una habitación.

- No has tenido muchos clientes ¿verdad? lo digo porque el pueblo parece abandonado y además tenias un letrero afuera que dice que hay vacantes - Tomé aire y continúe - Mira, solamente quiero tener un lugar al cual llegar mientras investigo, si me ofrece comida caliente y buena, mucho mejor; pero si esta investigación llega a ser una perdida de tiempo entonces me iré en menos de nada, obviamente tu recibirás tu paga y no volverás a saber de mi.

La chica se quedó pensando por un momento; noté como temblaban sus manos, como si fuera a crearle algún problema grave, pero tras unos segundos asintió con la cabeza y me invitó a seguirla.

Me llevó por un pasillo largo lleno de habitaciones hasta llegar al fondo de este; habitación 110, era la habitación más alejada de la puerta, más alejada de la única salida. La chica saco un juego de llaves, separo una con la que abrió la puerta y me la entrego.

- Servimos la cena a las siete de la noche y el desayuno a las siete de la mañana; el comedor se encuentra a la derecha de la entrada, cerca a la cocina, aquí no hay agua caliente pero sí tiene su baño privado.

La chica estaba por irse cuando se detuvo en la puerta y sin mirarme dijo:

- Espero que resuelva todo, pero también espero que no se quede mucho tiempo.

Sentí que me estaba ocultando algo, no sé que cosa podría ser, pero me motivó con resolver el caso rápido, ya que parece que si no lograba nada en un corto tiempo, esta chica correría peligro como los otros desaparecidos.

Una vez instalado pasé a la comisaría, un lugar pequeño con no más de diez policías, de todas formas si iba a conseguir pistas ese era el primer lugar.

Cuando llegué los policías me miraron de arriba abajo, como si de algo repugnante se tratara. Me acerque al recibidor, uno de los agentes con apariencia de campirano más que de policía se me acerco.

- ¿Qué viene a hacer un citadino a este pueblo?

Sentía su rechazo, como pidiendo que me fuera y no volviera jamás, pero alguien me había contratado para resolver las desapariciones, y mientras más gente me pidiera que me fuera más ganas me daban de resolver el caso.

Mire las paredes al rededor hasta que vi una con varios volantes de personas desaparecidas.

- Parece que tienen un problema de desapariciones - le dije mientras señalaba a los volantes en la pared.

- Eso no es asunto suyo, los citadinos solamente traen problemas y nosotros podemos encargarnos de nuestros asuntos sin ayuda externa.

Nunca me había topado con alguien tan molesto al momento de ofrecerle ayuda. No podía dejarle saber que era un detective, a lo mejor me echaría ¿un reportero? no, no creo que permita ese tipo de entrometidos acá.

- Mire soy profesor de una universidad en la ciudad, estoy escribiendo una tesis sobre la vida lejos de la ciudad, así que vengo de pueblo en pueblo anotando sus costumbres y de más tradiciones, claro que al llegar a este pueblo lo noté vació, con un tono triste incluso, creo que se debe a las personas en esa pared.

Los ojos le cambiaron al policía, como si fuera su oportunidad para ser una celebridad.

- Sí, sí, nuestro cuerpo de policía es muy capaz y hemos cuidado a la gente de este pueblo por años, pero esas desapariciones nos tomaron desapercibidos.

- Que curioso ¿podría ver los archivos sobre esas desapariciones?

El policía volvía a dudar de mi, mirándome sin estar convencido sobre mi mentira; decidí echarle flores para que confiara en mi.

- Podría hacer una mención en mi tesis sobre el policía que me colaboró, esto podría traer turistas y seria gracias a usted.

El rostro del policía volvía a cambiar, ahora mostraba una sonrisa convencido de que haría algo bueno por el pueblo.

- ¿Muchas chicas leen sus tesis?

- Demasiadas, obviamente todas jóvenes, muchas de ellas gustan de visitar los lugares que menciono.

El policía dejaba ver una sonrisa de satisfacción, pero tenía que volver a atacar para que no dudara más de mis verdaderas intenciones.

- No debería decirle esto pero... - me acerque a su oído y el se acerco a mí - muchas de esas chicas son demasiado promiscuas.

El policía se aparto lenta mente hasta dejarme ver una cara de pervertido repulsiva, saltó del recibidor y en menos de diez segundos llegó con varias carpetas.

- Esto es todo lo que tenemos profesor, si necesita cualquier cosa más solamente avíseme, recuerde que habló con Snaider Pedro Tovar Gonzales, se lo voy a escribir con mi número de celular, para que estemos en contacto, siempre dispuesto a ayudar a la búsqueda del conocimiento.

Tomé las carpetas y el papel con los datos del policía y me retire dándole las gracias con una sonrisa. No podía creer que eso funcionara, pero el tipo ya dejaba ver una cara de que sería fácil de engañar.

Llegué a mi habitación, coloqué las carpetas en la cama y comencé a revisarlas. Ninguna parecía tener información clara, solamente nombre, edad, fecha de nacimiento y ropa que usaban cuando desaparecieron, no había ninguna pista clara, como si la información hubiera sido tomada para salir de eso y ya.

Volví a revisar con más calma y lo más detalladamente los documentos; todos los desparecidos tenían entre 18 y 25 años, todos habían estudiado en el mismo colegio, claro que solamente hay uno en el pueblo; no hay testigos y ningún familiar sabía a donde se dirigían antes de desaparecer. Sentí unos golpes en la puerta que me sacaron de mi concentración seguido de la frase "la cena estará en diez minutos". Di las gracias e iba a levantarme cuando noté que una de las desaparecidas se me hacía familiar, claro, era una chica sumamente parecida a la que atendía el Hostal ¿será su hermana? no sé si era algo importante, pero era una pista que podía seguir.


Continuara...